Guillermo Vivot nos habla desde la dirección
Por Guillermo Vivot,
Director General Softland Argentina
Luego de convivir unos meses con uno de los equipos deportivos más exitoso del mundo, el seleccionado de rugby de Nueva Zelanda, los All Blacks, el autor propone quince poderosas y prácticas técnicas para el liderazgo y los negocios.
En enero de este año, llegó a mis manos el libro Legacy del escritor James Kerr, consultor especialista en temas de liderazgo, alto rendimiento y trabajo en equipo.
En su recorrido con los All Blacks, y a lo largo del desarrollo del libro, se propone encontrar respuestas a preguntas tales como; ¿Cuáles son los secretos del éxito, del éxito sostenido? ¿Cómo se logran estándares de clase mundial, día tras día, semana tras semana, año tras año? ¿Cómo se gestiona la presión? ¿Cómo se entrena un equipo de alto rendimiento para ganar siempre y al más alto nivel?
Además, claro está, de recomendarles la lectura del libro, quiero aprovechar este espacio para compartir con ustedes el primero de los quince conceptos o principios de liderazgo, no por ser sencillamente el primero, sino porque lo entiendo un valor significativo para la vida tanto profesional como personal.
Antes, y para poner en contexto quiénes son los All Blacks, comentarles que son una verdadera leyenda en el mundo del rugby. Es la selección que más veces ha ganado la Copa Mundial de Rugby, que se juega cada cuatro años desde 1987. De las ocho copas mundiales jugadas, los All Blacks ganaron en tres ocasiones, en 1987, 2011 y 2015. El tricampeonato los convierte en la selección más exitosa a nivel mundial.
Por otro lado, Nueva Zelanda compite con las selecciones del hemisferio sur: Argentina, Australia y Sudáfrica, en el Rugby Championship, conocido hasta antes de la incorporación de la selección de Argentina en 2012 como el Torneo de las Tres Naciones. De los 22 años de historia de este torneo, los All Blacks lo ganaron en 15 oportunidades. Siendo también el país que en más ocasiones lo ha obtenido.
Para exponer el primer concepto el autor comparte con el lector una anécdota. Nos lleva al mes de junio de 2010. Al vestuario de los All Blacks luego del final de un partido con el seleccionado de Gales en el que se acaban de imponer por 42-7.
En el vestuario todo es alegría. Obviamente fluyen las bebidas hidratantes. El lugar se llena de periodistas, políticos, auspiciantes, sus hijos, amigos, los hijos de sus amigos y los amigos de los amigos. El médico del plantel administra un par de suturas; unos pocos jugadores tiritan de frío dentro de grandes barriles llenos de hielo, suena algo de reggae. Un rato después y dado el espacio para los festejos, el manager del equipo amablemente despeja la habitación. Queda solo el equipo, deliberan, sacan conclusiones del partido y finalmente se comprometen con la siguiente premisa: “El desafío es mejorar, aún si eres el mejor. ¡Especialmente si eres el mejor!”. Acto seguido y mientras los aficionados aún saborean la aplastante victoria, y la prensa comenta el desarrollo del encuentro, los All Blacks limpian la suciedad que han generado en el vestuario. Simplemente dos de los jugadores más veteranos y experimentados del equipo, toman dos escobas y comienzan a ordenar y barrer el vestuario. Barren el piso y lo hacen bien; lo mejor que puede, tanto como para que nadie más tenga que venir atrás a hacerlo nuevamente.
No hace falta invertir mucho tiempo en explicarles la fuerza y potencia de esta acción que muestra la importancia de la humildad de los líderes, en la construcción de un equipo. Uno de los grandes secretos de los All Blacks consiste en haber llegado a entender el mágico equilibrio entre el orgullo y la humildad. Absoluto orgullo en el desempeño, completa y total humildad ante la magnitud de la tarea. La humildad no es un signo de debilidad, sino todo lo contrario. Los buenos líderes o equipos comprenden la fuerza de la humildad.
Culturalmente los All Blacks se proponen nunca ser demasiados grandes como para no hacer las pequeñas cosas que hay que hacer. Pues tienen claro que la arrogancia que nace del éxito es el primer paso para la destrucción de un equipo.
¿Qué podríamos aprender o aplicar de este concepto en nuestro día a día?
Independientemente de si somos parte o no de un equipo de alto rendimiento que no deja de cosechar éxitos, de seguro hay algún tema en el que somos un referente indiscutido, algo en lo que nos ha tocado ser los más experimentados.
El principio nos propone ser los primeros en dar el ejemplo y más allá de la experiencia, antigüedad o cargo dentro de la organización, siempre estar listos para hacer las pequeñas cosas que hay que hacer cuando se está pensando en el cliente final. Sea este interno o externo. Y hacerlas bien, muy bien y, de entrada, como para que nadie más tenga que venir atrás a hacer un retrabajo. Este principio nos habla de eficiencia, eficacia, calidad de servicio y compromiso para con la tarea.
Creo que bien cabe parafrasear a Antoine de Saint-Exúpery, “Lo esencial es invisible a los ojos”. Seamos del tipo de personas que hace que el verdadero valor de las cosas no siempre sea evidente, pero haga la diferencia.