Aprendizajes tras dos años de retos
Por Oscar Sáez
CEO Softland
Hemos tenido que aprender a resolver retos inimaginables tanto en el terreno personal como profesionales derivados de la aparición del COVID-19 a principios del 2020. Como lideres empresariales hemos tenido que tomar decisiones difíciles, en tiempo real y sin experiencia previa en situación similar.
La vida empresarial, según va evolucionando la pandemia, exige un replanteamiento sobre aspectos relativos a cómo es el trabajo, cómo sacamos el máximo provecho de la tecnología y qué ofrecemos a los clientes.
En lo que se refiere al impacto desde el punto de vista de la tecnología hemos visto acelerar los procesos de transformación digital de las compañías de una forma, en muchos casos, abrupta.
Si entendemos la transformación digital como el progreso de las compañías hacia un mundo digital interconectado, la pandemia ha obligado a estar interconectados digitalmente gracias a una tecnología más accesible y avanzada.
En una transformación digital, la tecnología es el instrumento, pero la verdadera transformación no se producirá si no tenemos en cuenta a las personas de nuestras organizaciones y a los clientes a los que servimos.
No obstante, las compañías no siempre han trabajado una variable fundamental en estos procesos, que es la necesidad del cambio cultural, de forma que todas las áreas de la empresa vean la tecnología y los datos como indispensables.
En definitiva, la tecnología como por ejemplo el “Cloud” se ha incorporado muchas veces de forma improvisada por la necesidad de mantener operaciones, sin tener en cuenta cuál tipo de nube (publica, privada o híbrida) era la necesaria o qué seguridad ofrecen.
Pensemos en la transformación que han experimentado las áreas comerciales, viendo el crecimiento exponencial del e- commerce que pasó a crecer en 3 meses lo que había crecido en 10 años y su impacto en la logística. Seguro que las fuerzas de ventas han tenido que aprender de los canales digitales para poder llegar a consumidores y clientes sin una definición clara de objetivos y procesos.
El establecimiento de indicadores clave y la definición de procesos son los primeros componentes de un proceso de Tx, que permita medir los resultados y asegurar la eficiencia de los “cambios” implementados. Y he entrecomillado la palabra “cambio” porque considero que es el mayor desafío que presenta la Tx, probablemente por la resistencia natural al cambio de las personas y porque las circunstancias vividas no han sido las más propensas para invertir en habilidades.
No obstante, creo que hay que desmitificar el concepto; cualquier compañía puede adaptarse tecnológicamente sin que sea un trauma ni personal ni financieramente si existe voluntad por evolucionar; solo necesita preguntarse ¿Cuál es mi posición competitiva tecnológicamente respecto a mi industria o sector? Y ¿Cuánto tiempo tomara operar la transformación dada la situación de partida? ¿Cuento con una organización dispuesta y formada para acometerla?
Respecto a nuestra forma de trabajar, estos dos años nos han traído el cambio en nuestra forma de comunicarnos pasando de las relaciones personales a vivir “pegados” a una pantalla en videoconferencias.
La adaptación al trabajo remoto ha sido total en las compañías que su giro de negocio lo ha permitido.
La cuestión ahora es racionalizar y equilibrar las ventajas y el aprendizaje que supone el teletrabajo con la necesaria conversión de nuestras oficinas en lugares donde se promueva la sociabilidad de nuestros equipos, restableciendo las relaciones y reavivando las conexiones en persona, la creación conjunta, el sentido de pertenencia, la agilidad en la ejecución y dar respuesta a un hecho que estamos viendo ahora como es la necesidad de las nuevas incorporaciones de conocer dónde y con quien trabajan. Cuando la gente no puede conocerse la devastación cultural es inevitable.